martes, 27 de octubre de 2009

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El vivir el roce de nuestros labios se convierten en una eternidad en tiempo de vida, en el cual los dos locamente apasionados nos damos cuenta que en el mundo no hay otra conexión , solo nuestros corazones y las ganas de poder amar desenfrenadamente al posible y seguro amor de por vida.

Las partes de palabras rozan con nuestros sentidos de amar, un aliento que nos recorre por el cuerpo pidiendo a gritos ámame, y por el cual seguimos tratando de amar.

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